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inconformes

alfonso

Un sabado cualquiera

Languidezcía en la barra de un pub cualquiera, un sabado cualquiera.
Entre el sopor y la humareda, pensaba en como hacer que el tiempo pasara más rápido...

Como todo el mundo ya sabe, los antros de mala muerte son el refugio de los sabados noche.
Porque el sabado noche tiene dos reglas no escritas pero bien claras :
1 - Tienes que salir.
2 - Tienes que asistir a cualquiera de estos sitios.
Cualquier acto de desobediencía hacía esta religión te condenará al ostracismo y la soledad más deprimentes.
Y claro : ¿quién no quiere estar integrado en el tejido social existente?
Por antro de mala muerte entiendase cualquiera de los pijísimos y estilosos garitos que proliferan como setas en cualquier lugar que vivas. Miles de ellos y todos cortados por el mismo patrón (¿globalización donde?). Mucho niño guapo, mucha putilla, radiofórmula a mansalva y garrafón. En la bebida y en el ambiente. Nadie da menos por menos.

Da que pensar lo que nos lleva a refugiarnos sistemáticamente en una carcel acústica que nos priva del contacto con los demás. Intenta mantener una conversación con alguién mientras te revientan los tímpanos, y verás de lo que hablo.
Aunque claro ¿quien necesita hablar en estos lugares?, ¿para que necesitas conocer a nadie si sólo buscas un placer físico momentaneo?. Perdonenme, va a resultar ahora que soy un romántico y todo.

Un leve vistazo a mi alrededor me descubre que no estoy sólo. Hay más gente resguardada en la barra como bote salvavidas. Sus miradas perdidas en los vasos de tubo que sostienen y algún bostezo ocasional hacen que se me escape media sonrisilla. Existen más inconformes. Esta claro que son (sómos) minoría. Pero existimos.

Continuo divagando acerca de improbables revueltas sociales cuando... PUM PUM un atronador sónido indica que hemos llegado a la medianoche. Es decir, acaba la hora del pachangeo y comienza el bakalao más ramplón.
Que en sitios diferentes se produzcan tránsitos similares, a horas similares hace que me plantee posibles estudios psicológicos acerca de a que horas el diferente tipo de música atrae a más gente. Somos ratas confinadas en un laboratorio sonoro. Incluso alzo la vista buscando alguna cámara y todo.
Pienso en la música cómo una especie de codigo morse subliminal que se camufla entre las notas y se desliza al inconsciente. Fantaseo con el mensaje oculto entre los golpes. PUM PUM (consume) PUM PUM (compra) PUM PUM (bebe). Orwell habría escrito 3 libros con esto.

Todo esto me recordó un curioso experimento sociológico de los años 70 (creo). No recuerdo el autor ni donde lo leí ni nada. Parecía que mi nivel etílico era suficiente para dificultar mi concentración, pero aun leve para soportar el ambiente.
El experimento era bien sencillo. Consistía en meter a 15 personas en la misma habitación, de las cuales 10 serían ganchos.
De la habitación emanaban unos gases que hacían que estuviera impregnada de un hedor repugnante y muy intenso. Después de permanecer un rato en ella, los investigadores preguntarían a las 15 personas reunidas en grupo que era lo que habían olido. Los 10 ganchos, a los que se les preguntaría los primeros, tenían que decir que en la habitación olia a rosas. Después de escucharles, las 5 personas restantes tuvieron su respuesta muy clara : olía a rosas.

Termino mi cerveza, doy un golpe con el botellin en la barra y salgo por la puerta.
Por mucho que me digan, a mi no me engañan. Aquí, huele a mierda.

¡Vamos de compras!

Todos aquellos que vivimos en la periferia de Madrid estamos siendo testigos de un fenómeno impensable hace unos años y consecuencia lógica del "progreso" y crecimiento que ha experimentado la zona : los macrocentros comerciales.
Escribo este artículo en relación al flamante nuevo centro "Plaza de la estación" (creo que se llama así) que cual ficha de Tetris se ha asentado como bien ha podido en lo que antes era un triste descampado. Muy bonito pero encajonado a más no poder. Claustrofóbicos abstenerse.

A nadie le cabe la menor duda del negativo impacto mediambiental del invento, en pocos días ha llenado una zona más o menos tranquila de ruidos, coches etc...además de que su mera existencía esta destinada a acabar con el pequeño comercio de la zona.
Y es que claro, ¿Donde van a comprar ahora los niños las chuches? ¿En el viejo quiosko de la esquina (que presumiblemente se llame Pepi) o en chuchelandia, donde pueden encontrar 200.000 nuevas formas de destrozarse los dientes?
Imagina el futuro : calles sin ninguna tienda llenas de rancios soportales. Si no eran feas y tristes ya...

Sin embargo lo que mas me molesta no es eso. A fin de cuentas y mirándolo por el lado bueno (y tan bueno!) estos centros traen bajo el brazo muchos puestos de trabajo. De trabajo basura, temporal y deleznable en el peor de los casos pero trabajo al fin y al cabo. Pero no es eso. Es el hecho implicito de "crearnos" una necesidad de comprar compulsiva.
Donde vivo (y en cualquier ciudad de provincias que se precie) hay tal cantidad de estos centros, tal invasión de tiendas de todo tipo que tengo mis necesidades mínimas y básicas sobrecubiertas. Y las no básicas, los caprichos, no solo sobrecubiertos sino acrecentados día a día.

¿De verdad son necesaríos tantos macrocentros de este tipo?
No soy tan contrario a ellos como pudiera parecer, de hecho a la hora de perder la tarde viendo tiendas soy uno más y gusta que un recinto ofrezca todo tipo de servicios, pero ¿no son demasiados? Me pregunto cuantos van a sobrevivir de aquí a unos años.
No tengo una queja expresa de que la existencía de estos mostrencos me prive de otras cosas (teatros, auditorios...que no obstante podían ser mas numerosos), pero esta visto que el metro cuadrado de suelo esta en peligro de extinción, y su depredador natural es la especulación inmobiliaría.

Además lo verdaderamente peligroso del asunto a mi parecer es la cultura con la que sustentan su existencía.
Es decir : meterse en un cubículo gigante y desperdiciar la tarde adquiriendo cosas que no necesitamos.
Y claro no se te ocurra ir a dar una apacible vueltecilla nada mas...tienes que comprar algo!!! No seas rata, no seas un bicho raro!
Lo dicho, que como todo método de resistencía y cualquier intento de actividad alternativa no solo es inutil sino que esta mal visto voy a darme una vueltecilla por allí. Eso si voy a darme prisa porque mañana mismo abren otro...y ya no va a estar de moda ir a este. Que para comprar cosas inutiles hay tiempo pero esto de las modas es muy fugaz. Y hay que estar a la última ya se sabe.

La niñera catódica

A principios de semana leía unas declaraciones del defensor del menor en las que pretendía establecer medidas en contra de la telebasura que nos invade cada tarde y que tanto está perjudicando a la "generación de la llave", es decir, esos niños que pasan toda la tarde solos y encerrados en casa esperando a que sus padres vuelvan del trabajo. Como leer no se estila y no puedes hablar de ello al día siguiente con tus colegas en el recreo, pues optan por lo más facil y lógico a su edad : apretar el botón, tirarse al sofá y dejar que las 625 líneas emboten su mente. No existe nada más cómodo para pasar la tarde. Horrible.

"A buenas horas, mangas verdes" pensé al leer el artículo, mas no obstante esbocé una sonrisilla por una medida que llevaba demasiado tiempo haciéndose de rogar y cuya necesidad es incuestionable.

Sin embargo la noticia que me sorprendió la pude leer un par de días después. Resulta que tras una encuesta relativa al tema, el 45% de los padres no veían peligro alguno en la programación que durante más de 4 horas diarias fagocitan sus vástagos.
O sea que : el diario de Patricia, a tu lado, a la carta, gran hermano, telenovelas varias y demás mierda no entrañan riesgo alguno a los ojos de un impresionable y maleable mozalbete de 10 años.
No voy a entrar en un discurso moralista en contra de los dudosos valores que dichos programas exhalan. La libertad de expresión ante todo, cada cual es libre de destrozarse las neuronas a gusto (para lo que nuestra sociedad cuenta con múltiples artificios) pero para un menor cuyo raciocinio y juicio crítico están por formar, la continua exposición a tales contenidos no le hace ningún bien. Luego en las noticias se constata con alarmismo cómo ha crecido el consumo de drogas y se preguntan qué es lo que hace que los jóvenes empiecen a beber a los 13 años!!! No estaría mal analizar los caldos de cultivo de dicha cultura...
Y si alguien cree que todo esto es moco de pavo que salga un sabado tarde a darse una vuelta. No es difícil adivinar de qué se alimentan las hordas de embrutecidos quinceañeros convertidos ya en analfabetos funcionales.

Aun así más que el contenido (tristemente demandado por amplios sectores, que esto no se olvide!) el problema como yo lo veo son los horarios. No son horas y punto. En ese aspecto, tan deplorable como el que más me parece Crónicas Marcianas, pero sus horas de emisión son las correctas para que personas suficientemente responsables (es un decir vaya) juzguen si verlo o no.

En fin, que aplaudo la medida y la secundo. Que espero la inminente creación de un comite audiovisual que vele por los contenidos televisivos. Pero me mantengo muy escéptico con los resultados finales, pues hay muchos intereses en juego y las televisiones no van a dejar de perder unos cuantos millones por el beneficio cultural de una generación nueva. Que el saber no ocupa lugar vaya, pero tampoco da dinero. Ni está de moda oye.