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inconformes

Lobos con piel de cordero

La fotografía no dejaba ver sus caras, cuidadosamente ocultas tras la piel extendida de leopardo que ambos individuos sujetaban, pero apuesto a que sendas sonrisas imprimían en sus rostros el toque de vanidad necesaria para satisfacer su egolatría. Con una cuchilla afilada, uno de los cazadores africanos se afanaba en desollar al animal, separando la carne sin vida de la preciada envoltura moteada. Una envoltura que, minutos antes, arropaba los latidos de un corazón salvaje de depredador perfecto, diseño perfecto de la naturaleza más auténtica, de esa cuya mera contemplación hace que nos reconciliemos al instante con el sentido de la existencia. Sí, justo esa que con tan obcecados esfuerzos nos empeñamos en destruir, poco a poco, pero siempre más rápido de lo que desearíamos creer.

Sin embargo, parece ser que esta macabra imagen (no ya la lucha por la supervivencia, sino la imposición de la fuerza más bruta) no debería ser objeto de alarma ni indignación alguna. Todo está perfectamente controlado, o al menos así piensan los miembros de la Convención de Especies Amenazadas, quienes, con el guiño cómplice del Parlamento Europeo, han condenado a 400 leopardos de los territorios de Namibia y Suráfrica a morir miserablemente a manos de tiradores desalmados. La amplitud de los beneficios económicos obtenidos con el tráfico internacional de pieles ha hecho sucumbir toda tentativa de salvación para estas criaturas, que pronto se verán convertidas en elegantes bolsos, ideales zapatos rematados en punta o lustrosos abrigos que en vano intentarán disimular la podredumbre y el hedor moral de sus dueños, afectados de un clasismo de lo más obsoleto. Bien es cierto que cuando se alcanzan niveles de deshumanización tan elevados como los que acusa la sociedad actual, la preocupación por la apariencia exterior aumenta de manera considerable, como si tratáramos de llenar el vacío interior trabajándonos un buen escaparate que aleje toda sospecha de infelicidad. Una señora embutida en un caro visón pretende alcanzar la dignidad de la que carece como persona. No obstante, a mi entender, y aprovechando las escasas ventajas que nos brinda esta era nuestra de laboratorios y transgénicos (hasta las emociones se nos sirven debidamente enlatadas), podríamos hacer gala de todo ello vistiendo prendas sintéticas que cumplen todos lo requisitos exigibles, y sientan igual de bien.

Pero claro, qué nos han de importar a nosotros unos cuantos bichos de esos, habitantes de países lejanos que ni siquiera sabemos situar en el mapa y que además se dedican a devorar a sangre fría a esas gacelitas tan monas de los documentales. Con el chaquetón de leopardo bien ceñido alrededor del michelín, el mundo parece un lugar mejor: la extinción de especies no es más que un mito; la tala masiva de las selvas tropicales, un bulo; la polución, el efecto invernadero, el cambio climático, el deshielo del casquete polar, solamente exageraciones; las decenas de ballenas muertas que periódicamente aparecen en las costas, nada que ver con los sónares de los barcos; los vertidos de residuos al río Ebro o los efectos del petróleo que arrojó el Prestige al mar son cosas que se acaban cuando dejan de salir en las noticias; las miles de hectáreas de bosques calcinadas este verano por domingueros de poco seso y cerilla imprudente vuelven a estar verdes en dos meses; y no me vengan con que ese suricato jaspeado que tiene el vecino del sexto derecha tiene algo que ver con el comercio ilegal de animales exóticos.

Ahora hablar del protocolo de Kioto suena a chiste.

7 comentarios

esti -

bueno, para empezar, gracias a todos por leer el articulo y dejar unos comentarios tan interesantes. Realmente hace mucha ilusión ver que el mensaje lanzado no cae en saco roto, sino que cumple su cometido llegando a los lectores potenciales. Ya sabéis que esto no sería igual sin vuestra colaboración. Además, me gusta mucho que le den la vuelta a mi tortilla mental presentándome otros puntos de vista que, de otro modo, habrían pasado desapercibidos. Solamente añadir, contestando a Marta, que las opiniones de estos artículos sirven para bastante más de lo que pudiera parecer a simple vista: el primer síntoma del cambio aparece en el pensamiento. De cualquier forma, es muy acertado lo que dices, y comparto muchas veces esa impotencia de no poder ir más allá, poner un pie en la ONU y repartir unas cuantas collejas al personal. Sin embargo, hay pequeñas cosas al alcance de todos... como leer esta página y removerse la conciencia a gusto. Creo que Josu lo ha sabido expresar a la perfección. Muchas gracias otra vez, y espero que sigais apretándonos las tuercas así de bien. Hasta pronto!

Marta -

Ana, no pretendía despreciar el artículo de Esti, sino intentar ir más allá animando a la gente a actuar. De todas maneras, es igual.

Toni -

En primer lugar, enhorabuena; algunos deseábamos leer un artículo tuyo (tienes un hermano que te hace una publicidad fabulosa). En segundo lugar, dar mi apoyo al mensaje que transmites en este artículo.

Es muy fácil decir palabras y quedarse en la intención, como dice Marta. Más también es cierto que lo fácil es pensar que digamos lo que digamos seguirá habiendo contaminación, explotación, talas, etc... ¿De verdad eres tú, como individuo, capaz de cambiar las cosas? La respuesta está en una frase de una película que todos conocemos: "No pienses que lo eres. Sabes que lo eres."

Ana -

Ya recuperada, daré mi opinión, primero del tema, después de las críticas.
Para empezar, felicitar a Esti, gente como tú escasea hoy día. Me alegra ver cómo hay gente que lucha (sí, escribir un artículo así es luchar por sus ideales) y que no se deja llevar por el pensamiento general. Espero que tu artículo lo lea mucha, mucha gente, porque no tiene desperdicio.
Marta, ¿de verdad crees que es tan fácil escribir eso? No son sólo un puñado de palabras, es un pensamiento, una idea, y eso, hoy día es muy difícil de encontrar, alguien que, aunque sólo sea con palabras, inicie una guerra contra todo aquello que su corazón le dicte que está mal. El primer paso es concienciar a la gente, que es lo que Esti intenta (y creo que consigue), el primer paso es no colaborar con los que perjudican al mundo, es no comprarte un abrigo de visón, es dar la espalda a la fiesta de los toros, es contaminar lo menos posible, es...
Si todos damos la espalda a esas cosas acabarán cayendo por su propio peso, y lo habremos logrado sin necesitar un gran poder adquisitivo, sin necesidad de poner leyes prohibitivas y sin un gran esfuerzo (por lo menos para mí no lo supone)
Y todo eso... es posible.

Gabriel -

Me ha gustado tu artículo, pese a que desgraciadamente estas cosas sabía perfectamente que suceden en todo el globo. Es una pena, porque estamos mandando a la papelera a este planeta a ritmos forzados. Lo siento por mis hijos y nietos. ¿No será el ser humano el animal?

Ana -

Puff, mejor te escribo cuando se me quite la piel de gallina, porque me has dejado sin palabras...

Marta -

Siento estar siempre criticando lo malo en vez de alabar lo bueno...esto se debe a que creo que siempre hay tiempo para echar un piropo a alguien que sabe escribir y que tiene conciencia pero...(y con esto me temo que me repito) insisto en que es demasiado fácil publicar, hablar o lo que sea sobre ello...el problema está en que desde aquí no parece que podamos hacer nada y las palabras, por muy alto que las digamos, no son mas que eso: palabras. La tala de la selva seguirá adelante, al igual que la caza furtiva, el efecto invernadero y todas esas cosas que nos hacen estudiar en el colegio, como si se tratase de un tema más que vomitar en algún examen, no pararán porque desde nuestro cómodo sillón comentemos que no nos gusta.
Además (ojalá no este prediciendo nada) las personas acostumbran a aceptar lo que hay a medida que pasa la edad...de manera que, cuando por fín tenemos tiempo y recursos para movernos, se nos ha escapado el espíritu solidario y preferimos pensar que sólo eran sueños de adolescente "revelde".

Para no acabar tan pesimista, decir que es un placer leer cosas de este tipo: por algo se empieza.